Érase una vez
Una princesa llamada Victoria
Una niña elegante y primorosa
Que también era sutil y briosa
Y una perversa que la retenía
Que resultaba también ser su madre
Una bruja avara, mala y odiosa
Sentía envidia al ver la belleza
De aquella particular princesa
Por tanto, decidió hacer de su vida
Existencia tortuosa
Separó a la princesa de su padre
—Quien era un rey apacible del sur—
Solo por inquina, solo por rencor
Y a una choza pobre en medio del pantano
Se la llevó
¡Ay, qué tristeza por la niña!
Decía, al verla, la gente
Con llanto y dolor
En las noches sollozaba por la angustia
Y la pena de la separación
Y había noches en que soñaba
Su padre venía con premura
A través del dorado sol
A rescatarla de las garras afiladas
De la bruja perversa del averno
No sería tarea fácil
Pues la bruja había preparado
Pócimas venenosas
Y encantamientos raros
Hacia todo aquel que osara acercarse
O intentara ayudar a la princesa
Les hacía creer que era una mujer maravillosa
Quienes no le creían terminaban muertos
Flotando en la inmundicia del pantano
Ya que les convidaba a beber
Su famosa sopa de renacuajos
Al primer intento del Rey del sur
De rescate de su hija y princesa
Por derecho
Fue abatido por la bruja al ser hechizado
Con el olor de su famosa pócima
De calabacines amargos
El rey quedó sufriendo
Durante siete años
Los delirios del encantamiento
Abatido hasta el suelo
Hasta que conoció una damisela
Una soldado del frondoso norte
De la tierra de los poetas vivos
Que conocía la cura exacta
Para su quejumbre y delirio
Una mezcla de flores
Consistente en claveles rojos
Rosas frescas y hortensias blancas
En aceite de olivos
Al darle de beber este elíxir
El rey se mejoró del hechizo
Y fue por segunda ocasión
A la liberación de su alteza
Esta vez no acometería la misión solo
Pues iría con su mejor soldado
Aquella damisela
Con armadura de oro
Que venía del norte
De las tierras libres e impenetrables
Encomendándose a Dios comenzaron
Una aventura sin receso
Sin retroceso
Lograron sortear
Las trampas de la bruja
Quien finalmente se extinguió
Al ver el resplandor del oro
De la dama del norte
(Pues es sabido que el oro es tóxico
A cualquier bruja que se precie de tal)
La bruja regresó a su esencia
Es decir, humo, hedor y cenizas
El rey y la soldado
Liberaron a la princesa
Que ya estaba casi en edad de reinar
Fueron los tres felices para siempre
A veces la princesa recordaba a la bruja
Y lloraba por los años robados
Sin embargo, se contentaba con las risas
Que experimentaba a diario
Y comiendo ricos pasteles
En base a moras y arándanos
Mirando los atardeceres
Sentados en la hierba
Sintiendo el cálido roce del sol
Y la brisa del río
Haciendo planes de viajar al norte
Disfrutando la vida
Y viviendo los sueños
Se sabe que un día los lograron
Y esta es la sorprendente historia
La cautivante historia
De la princesa Victoria